Paula Radcliffe había quedado fuera del pódium en los Juegos Olímpicos de 1996 y 2000, en los Campeonatos Mundiales de 1995 y 1997 y en los Europeos de 1998, ya fuera en 5.000 o en 10.000 metros, con su táctica característica de tirar de la carrera, imponiendo ritmos elevados. Pero siempre otras atletas le aguantaban el tren impuesto y la superaban en la parte final de la prueba. Únicamente había alcanzado el pódium al ser segunda en el mundial de Sevilla en 1999.
En Múnich se presentaba como la gran favorita, pues en ese año había sido campeona mundial de cross, había debutado en maratón en Londres con mejor marca europea y segunda mundial de todos los tiempos y había ganado los 5.000 metros de los Juegos de la Commonwealth con récord británico nueve días antes de la cita muniquesa.