El
10 de septiembre el deportista radicado en Carlos Paz escaló la última pared
virgen de los altos Andes, un glaciar colgante que parece de otra latitud dada
su grandeza. Una mole de hielo que cae en vertical más de 1000 metros desde la
cumbre de la montaña del Tres Cruces (6749 msnm Chile-Argentina) hasta los 5800
msnm. La expedición estuvo formada por Arkaitz y su compañero Jabi, que en todo
momento estuvieron monitoreados con señal satelital por medio de un spot para
certificar la vía. Estuvieron asesorados por el escritor argentino de Mar del
Plata, Guillermo Almaraz, quien comentó en la presentación de su libro «+6500»:
«Una escalada de la que van hablar muchas generaciones y que ya es histórica,
teniendo en cuenta que además se realizó en invierno, siendo la última montaña
de las diez más altas de América que nunca se había escalado en esta fecha».
-¿Cómo surgió la idea?
-Me llamó Almaraz después de escalar El Bonete en invierno y me propuso esta
idea, analicé todo con Jabi y organizamos la expedición.
-¿Cómo fue la escalada?
-Más complicado de lo previsto. Hay que tener en cuenta que no teníamos ni un
solo dato de la pared. Desde los años cuarenta, cuando lo intentaron los polacos
que abrieron el glaciar de Aconcagua hasta ahora, nadie había subido por ahí.
Hubo varios intentos pero ni siquiera entraron al glaciar, así que fuimos a
ciegas. Salimos a las 4 de la mañana y hasta prácticamente las 4 de la tarde
estuvimos colgados del hielo, más de ocho horas por encima de 6000 msnm
escalando en hielo sin parar. La textura era malísima y los seguros que poníamos
no aportaban seguridad. Había muchísimos desprendimientos de piedras
peligrosísimos.
Tuvimos que acortar prácticamente los relevos a diez metros de cuerda para
evitar grandes caídas y también obligarnos a tener alternación a la hora de
escalar para evitar congelaciones en manos y pies. Ya que si hacíamos largos de
cuerda muy extensos, el que asegura pasa tiempo quieto, y a 35 bajo cero puede
sufrir congelaciones peligrosas.
-Entonces ¿arriesgaron la vida?
-Pensábamos de antemano que no… pero lo cierto es que sí. Hubo un momento en
el que ya no podíamos retroceder por el peligro y por falta de seguros, así que
teníamos que seguir hacia arriba. Tuvimos que tomar decisiones que ralentizaron
la escalada para ganar seguridad, pero a esa altura también el tiempo es clave y
llegamos al agotamiento extremo rozando la muerte. Hay que tener en cuenta que a
5000 msnm el oxígeno es exactamente la mitad que en casa. Imagínense el esfuerzo
que estábamos haciendo, colgados en la pared de hielo por encima de 6000 msnm, y
esa cantidad de horas, sumado a la temperatura extrema.
La clave es confianza en tu compañero, el gran estado físico y no perder el
control. Es cierto que la intensidad no hay que perderla porque un pequeño error
te lleva a una catástrofe; pero no hay que perder la calma.
-Al
final, todo salió bien…
-Sí, gracias a Dios! Estoy en casa, disfrutando de mi familia. Estoy
empezando a asimilar y disfrutar lo que hicimos porque hasta hace poco aún tenía
acumulación de adrenalina.
Ahora estoy avocado a mi trabajo, ya que crecí mucho en los últimos meses y
hay que ponerse al día.
-¿Qué te impulsó hacer esto?
-No lo sé. Es como el amor y atracción hacia alguien. Quizás buscar el
límite. La verdad es que no podría explicarlo con palabras. Lo que puedo decir,
es que después de ser el primero en la historia de hacer esto y abrir ese
glaciar, te invade una satisfacción personal que no se puede expresar.
-Estas expediciones son costosas, ¿han tenido algún
apoyo?
-En lo económico, una gran empresa de material de montaña argentina ha
confiado en nosotros y pudimos renovar el equipo y financiar parte de esta
aventura. Por otro lado, tengo más de veinte deportistas a mi cargo en el Valle
de Punilla y de otras partes del país, el 99 por ciento ciclistas, que no solo
me contratan día a día sino que me valoran a nivel deportivo, ya somos un clan!
(risas), y a ellos les debo esto. Pero el apoyo moral es más importante y mi
familia son fans incondicionales y quiero destacar al mejor atleta de fondo de
la historia de Carlos Paz y Córdoba, Diego Fernández, que está siempre a mi lado
en la vida.
-¿La próxima expedición?
-Ya tenemos los proyectos pero ahora quiero despejar la mente para darle
cabida a mis alumnos ya que se acercan competiciones muy importantes.