2. Define previamente la finalidad principal de la actividad. Si buscas rendimiento, recreación o simplemente una tarea de iniciación.
3. Valora adecuadamente los resultados. El triunfo de tu equipo o el récord de un chaval, no implican forzosamente haber llevado a cabo un buen trabajo. Tampoco la derrota debe descalificar tu tarea.
… ni todo lo contrario.
4. Frente a las lesiones y fatigas, reposo y paciencia. Hay que convivir con los dolores del crecimiento en las articulaciones, con las fatigas y los cambios hormonales.
Las rodilleras, los ungüentos y las pócimas mágicas no deben suplir el reposo.
5. Escucha a los padres. Sí como a padres. No como a colegas ni fiscales.
Cada uno tiene su espacio. Los padres pueden ayudarte, pero no suplantarte ni interferir en los aspectos meramente técnicos.
6. Lo importante es participar constituye un recurso de mediocres. Ganar o perder no es significativo, lo importante es intentar hacer las cosas bien.
Programa de forma realista y evalúa los resultados.
7. No construyas castillos en el aire. Ni tú eres un genio en potencia, ni tus atletas son futuros olímpicos. Sé legal y objetivo en lo posible.
No despiertes falsas esperanzas en los chavales que prometen ni dejes de lado a los menos dotados.
8. Piensa en si aquello que dices lo pueden entender tus atletas. No utilices un lenguaje incomprensible; en lugar de impresionarles los frustrarás (prohibido contarles lo últimos que has leído u oído en un congreso).
9. Para el atleta no debes ser un dios ni un colega. Eres el entrenador, un referente.
Tus actitudes influirán más que tu ciencia.
10. Tu valía como persona nada tiene que ver con los éxitos de tus deportistas.
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